Recién estoy llegando a comprender, sin embargo, aún me falta mucho que saber, para poder aún más valorar ese hermoso regalo de tener alguien a quien poder llamar Papá.
A veces damos por sentado el saber todas las cosas que papá tuvo que pasar para ser un padre presente, en toda la extensión de la palabra, porque no es solo estar, si no saber estar, estar inclusive cuando estuvieron ausentes muchas veces por llevar el sustento al hogar y que no nos faltara comidita.
El héroe es mi papá que siempre estuvo ahí, que siempre está ahí, solo él sabe las penas que carga, el dolor al que se ha enfrentado muchas veces, el lidiar y dejar de lado sus propias frustraciones, sus propios traumas, su propio dolor para formarnos a nosotros como personas de bien y que nunca, aunque muchas veces sencillo, nos faltara un plato de comida en nuestra mesa.
A don Isidro Fallas, Chilo, como le decimos de cariño, a mi padre, nunca le han faltado las ganas de salir a trabajar, todos los días en pie, cuando apenas empieza a asomarse el sol sale para trabajar el campo, la tierra que tantos años ha sembrado con sus manos amorosas y en la que cosechó el alimento para sus nueve hijos.
Nueve hijos, nueve bocas que alimentar, nueve personitas que vestir y educar, es increíble pensar como junto a mi mamá se esmeraron cada día por hacer un gran trabajo.
Son tantos recuerdos, el olor de los zapatitos de hule que me compraba para ir a la escuela, enseñarme a leer antes de entrar a la escuela, cinchas pequeñitas, justo a la medida para poner el canasto e ir a coger café, sus fideos con torta de huevo y el postre de yuca con dulce. A veces me pregunto cómo hacía para salir con todo y con todos. Mi papá es un verdadero poeta, aún conservo cartas que me escribía siendo mucho más joven y la más reciente hace algunas semanas.
Es un papá amoroso, pero no de esos que besan y abrazan con tanta naturalidad, su amor es tan transparente, tan único, que no ha requerido de exceso de afecto para que cada uno de nosotros sepa lo mucho que nos ama.
Recuerdo con ternura como al ser la media noche de cada 24 de diciembre, cuando ya estábamos durmiendo, se acercaba a la cama, nos cantaba una canción y ponía a nuestro lado ese regalito, que solo Dios y mami sabían lo mucho que les había costado, para al día siguiente despertar todos con la alegría tan grande de tener ese regalito de Navidad. Para nosotros no existía Santa ni nada de esas cosas, era la indescriptible emoción de saber a papi y mami encerrados envolviendo los regalitos y nosotros viendo por las rendijas de las paredes con gran complicidad buscando adelantar que nos traería aquella Navidad, en la que junto a él de seguro ya habíamos preparado unos tamalitos de tamaño pequeñito hechos con su ayuda. Qué especial fue siempre y siguen siendo esas tamaleadas.
Papá, yo no sé que haría yo sin esos chistes malos y esas carcajadas que los anticipan, son los mejores del mundo por irónico que parezca.
Sé que he fallado muchas veces, que mis decisiones muchas veces le han defraudado, pero le agradezco a Dios el haber tenido un padre que ha sabido amar, perdonar y estar por encima de todo.
Le pido a Dios que nos alargue la vida para amarnos más, para reírnos más, para cantar más.
Gracias por los sacrificios que aún hace por nosotros, ya todos grandes y muchas veces le seguimos dando dolores de cabeza, pero sé que también todos, los nueve, le hemos dado muchas alegrías y satisfacciones, que sin duda es lo único que debemos darle a nuestros padres cuando ya todos hemos alzado vuelo, solo alegrías es lo que merecen.
Sé que los papás siempre van a estar ahí, sé sin temor a equivocarme que nunca en mis más de 28 años ha faltado ni un solo día una oración de mi papá, doblando rodillas para pedir por nosotros, donde quiera que estemos, él pide por nosotros en los días más felices y también en los grises.
Mi papá es fortaleza y fragilidad a la vez, puede alterarse o llorar con facilidad. No es perfecto, ni quisiera que lo fuera, es sensible pero tan incansable a la vez, es mi sangre, el hombre que más me ha amado y me amará en la vida.
Que la dicha, la felicidad, la paz, el entendimiento, el perdón, la fe, la confianza te acompañen para siempre y que nos alcance la vida para terminar de comprender tanto que hiciste por nosotros, más que un héroe, más que un mago.
¡Te amo!
Como humanos, muchas veces tendemos más a recordar los momentos tristes o en que nos lastimamos o destacar los defectos de las personas, pero si hoy usted tiene a su papá con vida, no importa si es más defectuoso de lo que usted quisiera, si es cabezón, si finge que no le importa esta fecha, dele gracias por haber estado ahí, por haber dado lo mejor que pudo, por haber cumplido con su misión, porque todos, absolutamente todos tienen la facilidad de simplemente dar media vuelta e irse, solamente se quedan aquellos cuyos hijos que más que engendrados, han nacido del corazón y esa es la muestra de amor de una relación que nunca morirá, acepta a papá como es, destaca sus virtudes, sé y hazlo feliz.
¡Feliz día a todos los papás todo terreno, de sangre o de corazón! Ser papá es un asunto de amor y entrega desinteresada.
Con cariño, Yuri Fallas.
