Hablar o callar en un momento de dificultad de un semejante ¿Qué es mejor?
Llevar un curso básico de Primeros Auxilios me proporcionó la oportunidad de poder ver los accidentes desde otra perspectiva, por nuestro trabajo llegar a cubrir accidentes de tránsito puede llegar a volverse normal, pero definitivamente no es lo mismo mirarlo, interpretarlo desde arriba, como comunicador, como “curioso”, o por cualquier razón que lo motive a usted a permanecer en la escena de un accidente de tránsito, que vivirlo desde abajo, en el suelo, al nivel de la víctima.
Fue el pasado lunes, cuando transitábamos por el sector de Piedras Blancas de Osa, que a lo largo divisamos un accidente de tránsito, al acercarnos observamos una persona tirada sobre el pavimento, casada con el compromiso adquirido cuando realicé este curso, me bajé del carro para brindarle atención y le di gracias a Dios por poder estar ahí, por haber aprendido lo que debo hacer en esos casos y lo que definitivamente NO debemos hacer, para hacer ciertamente ocupamos conocimiento, pero para NO hacer, solo se necesita hacer uso de razón y algo de conciencia.
Es ahí donde entra en juego el papel de los curiosos, este día mientras el señor, un adulto que superaba ya los 70 años de vida, se mantenía tirado en el suelo y yo tratando de hacer lo mejor que podía, a la vez que interpretaba mi entorno, observaba decenas de pies casi pisando al señor, decenas de personas encendiendo sus linternas para alumbrarle todo el cuerpo y verle las heridas que presentaba, con ese único fin. Aunado a eso la cantidad de comentarios que una persona que está gravemente herida no debería escuchar. “Este señor se está muriendo”, decían unos a viva voz, como para que él escuchara, “está tirando mucha sangre por los oídos”, decía otro y para rematar, el que daba su opinión diciendo “no creo que aguante llegar al hospital”. Es cierto, yo podía alzar la voz y pedirles que se callaran y retiraran, pero ¿será que realmente queda tan poca piedad y prudencia en nuestra sociedad?
La parte más dolorosa, habían ahí familiares muy cercanos, nos enteramos porque ellos mismos lo dijeron, eran varios, cuando afortunadamente llegó Cruz Roja e hizo la pregunta sobre cuál familiar acompañaría al señor en la ambulancia, todos dieron un paso atrás, se miraron entre sí y como dicen popularmente se quitaron el tiro, le negaron amor aun en los que podían ser los últimos momentos de su vida.
Ayer me enteré que don Rafael, así se llamaba, murió minutos después de ser ingresado al Hospital, me dolió profundamente pensar que tan crueles y desinteresados podemos llegar a ser si nos da la gana, pero cuan bondadosos podemos ser si lo queremos también. Pensaba anoche antes de dormir, que quizá las caricias de mis manos sobre su rostro agobiado, fueron las últimas que sintió y mis palabras de ternura y afecto, las últimas que escucho quizá en mucho tiempo y valoré mucho más el trabajo que hacen los cruzrojistas, cuyos rostros son los que muchos ven por última vez.
Con lo poco o mucho que sabe, usted puede marcar la diferencia, tal vez no pueda o sepa como sanar heridas, pero sí como aliviar el alma con palabras cargadas de amor, ternura, fe, esperanza, de un “todo va a estar bien”, aun cuando en su corazón usted sabe que tal vez esos serán sus últimos minutos, un “ya viene la ayuda en camino”, aunque tal vez usted sepa que falta bastante aun para que llegue la ambulancia. Para eso no se necesita una gran carrera, solo pedirle a Dios la sabiduría para hablar o para callar cuando sea necesario.
Con esto solo deseo instarlos a ser ese motor de motivación para otros, ese día me tocó a mí en ese difícil escenario, pero no me cabe duda que usted puede ser el auxilio de otros en diferentes circunstancias. Y quiero de corazón que mi testimonio nos sirva a todos para pensar qué podemos hacer para ser mejores, para ayudar a los otros, porque sé que a como esta vez yo ayudé y fallaron los propios familiares, en otro momento de mi vida he sido yo la que falla y seguramente fallaré otras veces, tan solo somos humanos, pero cada día es una oportunidad para mejorar como personas, como familia, como sociedad.
Quien escribe, Yuri Fallas.